Destacar el estreno hace unas semanas en nuestras pantallas de Azur y Asmar, la última película de Michel Ocelot, más conocido por estos lares por su Kirikú y la bruja. Después de verla, no me cabe la menor duda de que estamos ante uno de los mejores largometrajes europeos de los últimos años (cosa, por otra parte, no demasiado difícil) y uno de los más hermosos de la historia de la animación. Vayan a verla si tienen en estima Die Abenteuer des Prinzen Achmed, Paradise de Ishu Patel o 1001 Noch de Karel Zeman. Vayan a verla por que sí, por que les mola una tía, o simplemente para ahorrarse trescientos euros, o porque sospechan, como yo, que Tarantino ha escrito el anuncio de la campaña de la Dirección General de Tráfico.
La edición de Doron Chimibaru me lleva a formular una doble afirmación: por un lado, los clásicos del manga comienzan a hacerse un hueco en occidente poco a poco; en realidad es un lento proceso que viene desarrollándose con cuenta gotas en los últimos años y que tiene como máximo exponente la obra de Tezuka. Por otro lado, Francia se encuentra a la cabeza de edición de clásicos en Occidente; y el margen es amplísimo. Fueron los primeros en editar una serie del maestro del terror Kazuo Umezu: Hyouryuu kyoushitsu (lo primero de Umezu en Occidente fue el tomo final (¿?) de Orochi, editado por Viz), los primeros y únicos en editar una novela gráfica de Yoshigaru Tsuge: Muno no Hito (L´homme sans talent), del que ya se habían editado algunas historias cortas en Raw y The Comics Journal; los primeros en editar una serie de Kazuichi Hanawa (del que ya había una novela gráfica en italiano y del que podemos encontrar En la prisión en español y un par de historias cortas publicadas en América), pioneros aún en editar a Shigeru Mizuki y su Kitaro, además de otras de sus obras. A estos, añadir obras de Leiji Matsumoto (Galaxy Express, la original de 17 tomos, y no la decepcionante continuación que editó Viz), Tatsumi, Taniguchi (de estos dos estamos bien surtidos en nuestro país) o Taiyou Matsumoto, de quien aún no se ha visto nada por aquí. Por si esto fuera poco, recomiendo entrar en la página francesa de Amazon, seleccionar Livres en francais (o algo así, me perdonen los francófonos), escribir Osamu Tezuka y... echarse a llorar. Se me ocurren varios motivos para la ausencia de estos autores en nuestro mercado, uno podría ser el desconocimiento por parte de los editores (aunque la mayoría tienen un ojo puesto en Francia, especialmente Ponent Mon), el otro es el cuestionamiento de su éxito comercial. De todos modos, hay cosas que venden bastante bien, el terror, desde luego: queremos más Hino, Junji Ito y Umezu, que tendría un hueco en nuestro mercado casi seguro; después está el erotismo, España es el país occidental que cuenta con el mayor número de obras editadas de Suehiro Maruo (nueve, si las cuentas no me fallan), ¿a qué esperan entonces para traer a Shintaro Kago, o a Jun Hayami, o el Domestic Yapoo de Shotaro Ishi(no)mori?
No hay comentarios:
Publicar un comentario