sábado, 6 de junio de 2009

CORALINE

Mientras contemplaba los primeros minutos de Coraline, se me hizo evidente que aquellos muñecos que se retorcían sobre la pantalla eran ya cosa de un pasado que nos queda bastante lejos, algo así como rodar una comedia slapstick en "glorioso" B/N acompañada de un pianista en la sala en pleno siglo XXI. Un ejercicio para nostálgicos y románticos más adecuado para exhibirse en la intimidad de una filmoteca que en un multicines. Cuando a Sylvain Chomet, el director de Les triplettes de Belleville , le preguntaron qué puede ofrecer la animación tradicional frente a los adelantos de la animación generada por ordenador, fue demoledor: "La imperfección". Amén. Lo mejor de todo fue que al salir yo me quejé amargamente porque me empeñé en que a la historia le falta una moralina. "La moralina es que la vida es así y se acabó", me espetó Lachinadepelocrespo. Y me dejó sin argumentos. Infinitamente mejor que La novia cadáver, un peldaño por debajo de Pesadilla antes de Navidad.