jueves, 11 de febrero de 2010

ANIMA (GISÉLE ANSORGE, 1977): ANTES Y DESPUÉS (DE UNA CONFESIÓN)


Confieso que Anima no me causó una gran impresión la primera vez que la vi. En esa línea, prefiero otras obras de Ernest y Giséle Ansorge, por ejemplo la trilogía Smile (1975) o Sabat (1991). Mis favoritos, sin embargo, siguen siendo sus dos primeros cortos: Les corbeaux (1967) y Fantasmatic (1969), que si bien carecen de la perfección técnica de obras posteriores, manejan unos mínimos mecanismos narrativos que las hacen bastante más amenas. En un principio, el corto que nos ocupa me recordó a Orgesticulanismus (invito a quien no lo haya visto a hacerlo ya); también a The bead game y a Afterlife de Ishu Patel. Después pensé en el malogrado Ryan Larkin. Anima combina la sensualidad telúrica, quasi pagana, de Srynx, con el furor proteico de Street musique y En marchant, especialmente de la segunda. El cambio continuo, la metamorfosis incansable, el desfile de formas que cambian, giran y se fagocitan así mismas... El movimiento, la esencia de la animación: no se trata de retratarlo, sino de producirlo, como dijo Norman Mclaren. Anima rebosa vitalidad; sin embargo, no está entre mis cortos favoritos como ya he dicho.


Me armo de valor y me enchufo una entrevista de media hora a Ernest Ansorge, rezando para que sea un poco más entretenida que la que vi hace no mucho a Raoul Servais. La cosa comienza por derroteros más o menos previsibles: biografía pura y dura saltando de vez en cuando al séptimo arte. Nada demasiado interesante, la verdad sea dicha. Hay, sin embargo, un momento en que el tono de la conversación cambia notablemente, y comienza a describir una curva que nos conduce hacia un lugar al que nunca hubiéramos pensado que nos pudieran llevar: Ernest habla de su pareja creativa y de su esposa, que son la misma persona, Giséle Ansorge, ya fallecida. En varios momentos durante la entrevista, Ernest se emociona visiblemente al hablar de ella. La voz se le quiebra, sus ojos adquieren el tono vidrioso de las lágrimas que asoman y las palabras salen con dificultad, entrecortadas.
 

El artista se sincera: habla de sus problemas con Giséle, de su infidelidad, del hijo que tuvo fuera del matrimonio con otra mujer, y de las decisiones difíciles que tuvo que tomar en una determinada época de su vida, presidida por el recuerdo indeleble de su esposa. Pero lo verdaderamente valioso no es eso: Ernest explica cómo trabaja con Giséle, cómo se coordinan, cómo se complementan y dan a luz cada obra juntos, cada uno con una parcela del trabajo bien delimitada. Trabajar, animar, es su forma de comunicarse, lo que realmente los une como seres humanos. Y es en este contexto en el que surge Anima, que fue el único cortometraje realizado por Giséle en solitario, sin la ayuda de Ernest. Apesadumbrada por la imposibilidad de tener hijos, Giséle expresa sus sentimientos, sus frustraciones, sus sueños y todo su dolor de la forma que mejor sabe hacerlo, de la única forma que sabía que su marido sería capaz de entender, a través del arte, animando. Cuando lo terminó, fue a Ernest y le dijo: "He hecho esto para ti". Al final de la entrevista veo de nuevo el corto, que ahora me parece indescriptiblemente profundo, doloroso y angustioso. No puedo evitar imaginarme a una Giséle que sufre en silencio y que crea esta obra como testimonio de su dolor, para comunicarlo, para sacárselo de dentro y hacerlo un poco más soportable, para que otros se estremezcan con este canto a la maternidad , tan desgarrador y, a la vez, tan hermoso:

sábado, 6 de febrero de 2010

DALIÁS IDÖK (JÓZSEF GÉMES,1983) HEROIC TIMES


Fue allá por febrero de 2007, el segundo mes de vida de este blog, cuando le dediqué una breve entrada al estudio húngaro PannóniaFilm así como a algunas de sus producciones (las que pude agenciarme en dvd durante una breve visita a Budapest). Examinado con más detalle la página oficial del estudio (que por alguna razón falla mientras escribo estas líneas), me fijé en un largometraje. La foto que acompañaba la descripción (la que ilustra este párrafo a la izquierda) me llamó poderosamente la atención, así que decidí investigar más sobre el título en cuestión... Sin éxito. La obra no era otra que la misma que da título a esta entrada: Daliás idők, dirigida por József Gémes en 1983, conocida internacionalmente como Heroic Times. Recuerdo que un internauta, probablemente húngaro, me hizo algunas correcciones en la ortografía de algunos títulos escritos en aquella entrada sobre Pannónia y que aproveché para preguntarle sobre Dálias, si la conocía y si sabía dónde la podía conseguir. La había visto por la tele alguna vez, pero no tenía un recuerdo especialmente grato de ella. Poco más pude sacar en claro. Después de rastrearla durante un tiempo la olvidé, anhelando que más temprano que tarde una edición en dvd o un milagroso ripeo se cruzara en mi camino. Y he aquí que el otro día me llevo una grata sorpresa en el foro de Surreal Moviez al ver que un estudiante de animación húngaro del propio estudio PannóniaFilm nos ha obsequiado con un ripeo de la única copia existente hasta la fecha para formato doméstico, es decir, una captura de un pase en televisión. En húngaro y sin subtítulos, pero qué demonios importa eso.

La presentación del héroe, arriba, no puede ser más imponente. Ya desde el principio queda claro la dimesión épica no sólo del personaje sino de toda la historia en sí.

No hay demasiada información sobre Daliás en la red. Un primer vistazo a las capturas levanta la sospecha que el propio estudiante confirma en su sinopsis, que estamos ante un tipo de técnica muy similar, sino idéntica, a la empleada por Alexander Petrov, - y,  antes que él, por el polaco Witold Giersz - la "pintura animada" (paint-animation en el texto original), que básicamente consiste en dibujar cada plano sobre una plancha de cristal como si de un cuadro se tratara, donde el lienzo es sustituido por el cristal (que también es frecuente en la técnica de animación de arena: Caroline Leaf, Ferenc Cako, Enerts y Gisele Ansorge...). El proceso es extremadamente laborioso y complejo. En este otro blog, se ofrece algunos datos bastante valiosos: que el largometraje fue llevado a cabo por un puñado de animadores entre los que se encontraba el ruso Alexander Petrov, que en las escenas más complicadas se usaron varias planchas de cristal, y que la obra tardó cinco años en completarse.

Sobre estas líneas, fotograma de Fantasmatic, de Ernest y Gisele Ansorge. Debajo, fotograma de El viejo y el mar de A. Petrov.

Daliás Idök es un epic (Ben-Hur, La caída del imperio romano, Espartaco, El Cid, Centauros del desierto, Lawrence de Arabia, Los vikingos...) en toda regla que narra la vida de Miklós Toldi, héroe legendario del folclore húngaro que vivió en el siglo XIV y que Janos Arany, uno de los mayores poetas de la nación, retrató en su obra más célebre, un poema épico compuesto de tres partes conocido como La trilogía Tóldi. Para una sinopsis más detallada, visitar Surreal Moviez.

He de confesar que la animación, aunque vistosa y verdaderamente espectacular, carece aún del refinamiento y de la precisión que años más tarde alcanzará Alexander Petrov. No es de extrañar, mantener el nivel de excelencia con una técnica tan elaborada durante el metraje de un largo es muy complicado. De hecho, que yo sepa es el único largometraje de la historia animado enteramente de esta forma. La animación, ya digo, es un tanto irregular, combina escenas más bien toscas con otras de gran vigor y expresividad, aunque crudas técnimamente hablando. Diseños simplificados y reducidos a unas cuentas líneas de contorno (como en la escena de la lucha con el toro) se alternan con hermosos escenarios y un buen puñado de imágenes primorosamente recreadas, preciosistas y ricas en detalles. No falta la "animación" de imágenes congeladas, recurso consistente en pasear la cámara a lo largo y ancho de una ilustración convertida en plano fijo, muy querido por los japoneses, culminado en Kanashimi no Belladonna, pero del que desde luego no tienen la patente (véase Larry Jordan, especialmente su versión de The rime of the ancient mariner).

Daliás Idök es perfectamente consciente de las ventajas que ofrece la pintura animada y aprovecha la más mínima oportunidad para rentabilizar el potencial expresivo/ emotivo de esos planos fijos convertidos en verdaderos cuadros (si es que no lo son ya desde el momento que quedan atrapados en el cristal). Petrov hará lo mismo después. Apetece a menudo detener la proyección para contemplar un paisaje, un atardecer, una escena de multitudes o un retrato de cortesanos. Hay planos que invitan a recrearse. Tampoco quiero olvidar esa atención a la dimensión rural de la cultura y de las tradiciones de los pueblos eslavos (a pesar de que Hungría no sea tal) que tan presente está, por ejemplo, en la filmografía de Jiri Trnka, con Spalicek (1947), su primer largo, a la cabeza, y que aquí queda magistralmente plasmada en la escena que abre y cierra la película, en la que asistimos al lento ascenso de un insecto por un tallo de hierba hasta alcanzar el extremo superior y alejarse volando en la inmensidad de un cielo azul y despejado. El carácter cíclico de la vida y la transitoriedad de la existencia humana quedan aquí expuestos con brillantez.

De toda la cinta, me quedo especialmente con tres momentos. El primero es un breve plano secuencia que muestra la huida de Miklós de su hogar después de un desafortunado incidente que termina con una inesperada muerte. En perspectiva subjetiva, asistimos a la huida del protagonista a através de una densa maraña de follaje. El montaje alterna lo que ve en ese momento con las imágenes fugaces que cruzan su cabeza mientras escapa (sus recuerdos más recientes).

El segundo transcurre en un paraje salvaje bañado por la luna. Miklós se enfrenta a una manada de lobos en una lucha encarnizada. La animación aquí es cruda, dinámica y contundente. Este fragento se revaloriza por el hecho de que el montaje (¿analítico?) alterna la lucha con imágenes de la discusión que ha tenido recientemente con su padre y que ha precipitado su huida. Los golpes furiosos y las dentelladas se alternan con el rostro paterno, haciendo perfectamente inteligible la metáfora y el desplazamiento del dolor y del odio sentido hacia el padre a la manada de lobos.

El héroe emerge victorioso y decide volver al poblado aprovechando la protrección que le otorga la noche. Se nos ofrece aquí la que probablemente sea la imagen más perturbadora y poética de toda la película. Miklós se desliza en el dormitorio de su padre y, mientras éste duerme profundamente, coloca sobre su lecho, a cada lado, el cadáver de un lobo.

Lo que viene después es el despertar fébril y enfermo del padre con los dos animales muertos a su lado y una persecución en la noche resuelta mediante un montaje ágil y afilado de breves imágenes compuestas de formas y colores que rayan lo abstracto para emular la sensación de desorientación, premura y ansiedad de la batida nocturna a la caza de Miklós.

El tercero es una breve escena, casi un plano secuencia, en la que seguimos a un guerrero que nos da la espalda introducirse en un castillo espada en mano mientras despacha de un tajo todo lo que encuentra a su paso. La rapidez y el dinamismo en los continuos cambios de los espacios, de los fondos y de la iluminación son aquí el plato fuerte.

Poco más puedo o debo adelantar de Daliás Idök. Recomendarla sobre todo para los incondicionales más hardcore y ofrecer esta dádiva en forma de vídeo de muestra para los indecisos y/o curiosos.


 
ACTUALIZACION OCTUBRE 2011
Dailas Idok puede encontrarse subtitulada en español en el foro www.patiodebutacas.org en su apartado dedicado al cine animado. Subs por obra y gracia de Qrosawa.