miércoles, 3 de junio de 2009

SITA SINGS THE BLUES

¡Pero qué requetebonita! Sí señor. Mejor que un bizcocho de chocolate. Te gustará si eres hombre. Te gustará si eres mujer. Te gustará si eres cánida y te llamas "Lana". Sita sing the blues lleva ya varios meses paseándose por los festivales de medio mundo cosechando buenas críticas y premios de peso, como el de de mejor largometraje de la pasada edición de Annecy.
Sita sings the blues tiene un poco de muchas cosas: es un poco terrygilliamnesca/ montypythonesca, un poco lottereinigeresca y también un poco junkomizunesca. Sita es todo esto y mucho más. Seré breve. Sita es una revisión muy personal de un episodio del Ramayana. El relato se desarrolla en cuatro niveles, cada uno con su estilo de animación propia.
El primero corresponde a la narración mítica extraida directamente del texto de Valmiki, y se inspira en la pintura clásica india, concretamente en la pintura rajput. Los iconos clásicos como inspiración en la animación moderna no es algo nuevo. Secha pri Kerzhentse (1971, Ivanov-vano y Norstein) es el clásico por antonomasia:
Abajo: Secha pri Kerzhentse.
El segundo, que corresponde al presente, es una mezcla de teatro de sombras (siluetas, al estilo Reiniger, aunque, como en el caso de Princess et princesses de Ocelot, no es fácil discernir si son fruto del trabajo artesanal o del informático) y recortables, y en esto último, no ya sólo por la apariencia sino también por la manera de "comportarse" en la pantalla, se asemejan bastante a las míticas animaciones de los Monthy Python a cargo de Terry Gilliam como The miracle of flight o Story Time (y decir que el tono informal e improvisado -lo fueron 100%- de los diálogos de esta parte me recordaron a The hole de los Hubley).
Hay un tercer nivel, en el que se desarrollan los números musicales, porque, por si no lo he dicho aún, Sita es un musical, animados en Flash, que viene a ser algo así como el resultado de mezclar Tamala 2010 con los diseños de Junko Mizuno. Trazo simple y aparentemente "naive" para describir seres grotescos y escenas un tanto pasadas de vueltas (gore). Probablemente el más divertido de todos.
Bajo esta línea, ilustración de Junko Mizuno.
El cuarto y último ilustra la parte autobiográfica, porque, por si no lo he dicho aún, Sita también es autobiográfica. Esta parte está hecha a base de bien mediante Squigglevision, o "técnica del tembleque". Esencial para comprender la dimensión de esta obra. ¡Ah! Se me olvidaba, también hay un poco de rotoscopio y de...
Una de las grandes bazas es la combinación de la historia del Ramayana con las hermosas canciones de Annette Hanshaw, una cantante de jazz de principios del siglo pasado. La mezcla es simplemente explosiva y acertadísima. Nina Paley que, por si no lo he dicho aún, se las apañó para animar el largometraje ella solita durante varios años con la ayuda de su portátil y no mucho más, Nina, decía, se las apaña para integrar perfectamente las canciones de Hanshaw en la trama milenaria del Ramayana y hacer que parezcan pasmosamente naturales, como si estuvieran hechas ex profeso para la historia que nos cuenta. Mientras escuchamos las canciones de Hanshaw, es inevitable relacionarlas con la historia paralela que Nina nos cuenta sobre ella misma, sobre el desencuentro con el hombre al que ama, que la rechaza por motivos que no entiende, al igual que tampoco Sita, el personaje del Ramayana que protagoniza la cinta, entiende por qué Rama la desprecia. La proyección y la superposición de niveles realidad/ ficción es sencilla pero abrumadoramente genial. Nina se sirve del Ramayana y de las canciones de Annette para contar su historia y parace que sean Valmiki y Annette los que escriben y cantan para Nina y no ésta la que tome prestado de los anteriores para componer su historia, de modo que, al final, todo el formidable universo que la directora ha creado en apenas ochenta minutos resuena y reverbera con los ecos y el resplandor de su propia autora, una verdadera "one (wo)man orchestra". Al final, Nina hace bueno el concepto de originalidad que predominaba antes del Romanticismo en Europa. La originalidad consiste en tomar la viejo y reciclarlo para que parezca nuevo sin escamotear o negar el préstamo y/o plagio. Nina es valiente, en ningún momento esconde sus cartas ni sus fuentes y le sale todo a pedir de boca.
Annette Hanshaw
O casi todo. Sita tiene dos lastres. Su interpretación del Ramayana (catártica y por tanto interesada, todo hay que decirlo) ha despertado las iras de no pocos fundamentalistas (quién lo iba a decir...). La segunda, que nos afecta a nosotros un poco más, tiene que ver con los problemas de copyright con los temas de Annette Hanshaw que hace poco viable una edición en Dvd. Pero que nadie se aflija, en la página oficial podéis conseguirla en descarga directa en diferentes formatos y tamaño, o verla en Youtube a "cachos" o toda enterita en HD aquí; o bajarla via Torrent. Sea como sea, no hay excusa para no verla. No sabría decir si es una película triste o alegre. Hay drama y también comedia, aunque todo contado en un tono bastante desenfadado. Creo que el final es un tanto agridulce. Lo que sí tengo claro es que es ideal para verla en pareja, lo que no tengo muy claro es cómo acabará la pareja al final, si a risas o a torta limpia, todo depende de cómo lo interprete cada uno y hasta qué punto se identifique con los personajes. En cualquier caso, no verla es imperdonable, es divertida, artística, musical, imaginativa, inspiradora, trágica, bella, inteligentérrima, poética...
PD: a ver si consigo marcarme un tanto. Nadie parece haber reparado en que la misma historia ya se contó en otro largo de animación un tanto o"b"scuro. Una producción (h)indo(nipona)japonesa (sic, sic...) del 92: Ramayana: prince of light. Ya colgé un fotograma aquí casi al principio. Nada más. Vean Sita sings the blues, sean feministas, cineastas, estudiantes multiculturalistas o progres irredentos; véanla aunque sólo sea por quedarse con un buen sabor de boca, Nina y Sita se lo merecen.