jueves, 15 de octubre de 2009

KING OF THORN

Me entero gracias a Protoones de que King of thorn está basado en un manga (de varios volúmenes) y el dato me alivia porque, a decir verdad, no entendí la parte final demasiado bien. Me pasa a menudo con este tipo de historias, en las que se mezcla realidad y ficción, que no suelo enterarme de mucho, y nunca tengo muy claro si es que el guión es demasiado confuso y descuidado o es que simplemente soy tonto del ojete. El diseño de personajes de King of thorn parece anclado en los noventa y la animación es más propia de un OVA o incluso de una serie de TV que de un largometraje. Los vehículos y algunos elementos de los escenarios están generados por ordenador, aunque, más que objetos animados por ordenador, sería más apropiado decir que están revestidos de texturas generadas mediante el mismo. En cualquier caso, estos vehículos (camiones, autobuses, helicópteros...) no lucen demasiado bien. Hay un segundo uso para esta técnica, mucho más profundo y con mayor presencia, durante las escenas de acción, en las que los personajes, animados la mayor parte del tiempo de manera tradicional (cell animation), pasan de nuevo a la dimensión informática pero, al contrario que sucede con los dos últimos Appleseed o con Vexille, la animación no tiende hacia el realismo, sino que mantiene la estética anime tradicional (especialmente aplicada al registro expresivo de los rostros), resultando a veces difícil distinguir cuándo estamos viendo cell animation y cuándo CGI. Algo parecido se había visto ya en algunos cortos, series y en el largometraje Film noir. El programa de Sitges describe King of thorn como un cruce entre Aliens y Perdidos. "Flaco favor", pienso, cada vez que se recurre a un cruce de referencias para describir una obra. En cualquier caso, el concepto me recuerda vagamente al de Planeta Prohibido (la capacidad de la mente para alterar el mundo material) y a La amenaza de Andrómeda (sobre todo el flashback en el pueblo devastado en el que encuentran a la niña y a su extraña mascota) .Hay una primera parte en la historia concebida como un documental. Una vez puestos en situación y esbozada levemente la trama y los personajes principales, la acción da un salto de gigante y nos arroja in media res (mediante una escena que me recordó bastante a la serie Blue gender: insectos caníbales, cápsulas criogenizadoras y salto temporal hacia el futuro) en una situación que no llegaremos a entender plenamente hasta el final. He aquí la gracia: todo avanza combinando escenas de acción (bien resueltas, entretenidas) con una serie de flashbacks que arrojan luz paulatinamente sobre una trama llena de secretos, equívocos y de incógnitas, en la que nadie ni nada (sobre todo nada) es lo que parece ser. El tramo final de King of thorn es el más caótico pero también el más frenético y vibrante. Un desenlace con una gran revelación catapultada a lomos de un final apocalíptico, con algún momento a medio camino entre lo onírico y lo metafísico, muy The end of evangelion o de sus capítulos 25 y 26, y con la figura ya clásica en el manganime del adolescente incapacitado, durmiente, físicamente lastrado pero poseedor de unos poderes mesiánicos capaces de sacudir los cimientos de la humanidad entera; algo de lo que Otomo ha sabido sacar bastante provecho. Bonita banda sonora. Entrenida, emotiva y recomendable para pasar un buen rato (inteligible o no).