lunes, 15 de julio de 2013

KIDS ON THE SLOPE, THE GARDEN OF WORDS, BERSERK: THE GOLDEN ARC AGE



Kids on the slope
Ha sido bonito reencontrarme con Shinichiro Watanabe después de tanto tiempo (ha llovido bastante desde Samurai Champloo). La verdad es que no me lo esperaba dirigiendo una serie como Kids on the slope. Probablemente no sea el anime del año ni  esté a la altura de sus anteriores trabajos, pero tampoco creo que lo necesite para hacerse valer. Se trata de una serie breve -12 capítulos-; inteligente, bien contada y mejor dirigida. Bucea, como tantos otros animes y miles de mangas, en la adolescencia: su complejidad, sus contradicciones, su universo exaltado y magnificado... Lo que en principio comienza como un triángulo amoroso termina definiéndose como una historia sobre la amistad entre dos chicos sin ninguna pretensión homoerótica (tal vez ahí radique su originalidad). Con el jazz como telón de fondo, con la magnífica banda sonora de la habitual Yoko Kanno, asistimos al desarrollo de un drama juvenil, estudiantil, en toda regla. La historia peca de algunos excesos melodramáticos, cierta ñoñez para el que escribe, pero creo que cualquier seguidor de Watanabe o interesado en la animación japonesa encontrará motivos más que de sobra para darle una oportunidad. Yo lo he hecho y no me he arrepentido.




The garden of words
Makoto Shinkai vuelve por sus fueros... Afortunadamente. Después de la descafeinada, carente de personalidad, falta de aliento y de originalidad, The children who chase voices from deep below, ha vuelto a lo que mejor sabe hacer: el drama juvenil. Llama la atención por encima de todo tras los primeros minutos el fuerte empeño por retratar los detalles más insignificantes:  la punta de un lapiz escibiendo sobre una hoja de papel, una tiza desprediendo polvillo blanco mientras traza signos sobre una pizarra o un un simple zapato son solo algunos ejemplos. En este sentido la animación se revela minuciosa, hiperrealista, es como estar contemplando una de esas pinturas hiperrealista en movimiento. No recuerdo haber visto nunca en animación tal grado de detalle, de esfuerzo, centrado en captar un momento tan insignificante. Todo responde a la voluntad, al ojo del director, que se centra en estos pequeños destellos de realidad aumentada, se detiene en ellos, los recrea y los aumenta. Forma parte de su nueva forma de narrar. Shinkai se ha vuelto más lírico e intimista que nunca, da la impresión que te intentara compensarse a sí mismo por el estilo abierto y épico que tuvo que adoptar para The children. Hay un cambio evidente en su forma de narrar con respecto a anteriores trabajos. No sé qué es mejor, más maduro, más conveniente... En cualquier caso, es diferente. Hay directores que se despojan de sus manías y de sus filigranas a medida que ganan años. La sencillez de estilo suele ser un síntoma de madurez; sin embargo, siendo el estilo de Makai ya de por sí sencillo, clásico, casi predecible, desde sus primeros trabajos, con ese montaje centrífugo tan característico del anime...  

"Uno de los rasgos fundamentales del anime es el montaje de planos cortos, sin embargo, existe otra diferencia más que lo caracteriza, el hecho de tratarse de un montaje centrífugo. Es decir, si se muestra el diálogo entre dos personajes, no se limitará a un juego de plano contraplano, sino que, poco a poco, se apartará de los personajes, sus expresiones y sus reacciones, para dirigir la cámara a los objetos que les rodean. 

De esta manera, se llega a planos como el ilustrado, completamente inútiles, que no sirven a la historia, ni aportan nada nuevo. Planos de los que se puede prescindir sin que lo que estamos viendo se resienta, planos que sobran y que sólo sirven para entorpecer

¿O quizás estamos equivocados?

Este plano no es un plano tomado al azar. La casualidad no existe en el dibujo animado. Alguien ha tenido la sensibilidad de recordar el dibujo intrincado que la luz produce al filtrarse a través de una botella. Alguien más se ha preocupado de dibujarlo con todo cuidado para que sea perfecto, exactamente igual al natural.

No ha bastado con eso, las venas de la madera, los carriles de la puerta, la urdimbre de la alfombra también ha sido reproducidos. Así como la luz artificial que penetra en la sombra de una habitación a obscuras y el brillo que esa misma luz deja sobre un brazo desnudo.

Todo este cariño, todo este cuidado, volcados sobre un plano sobrante, sobre un plano completamente inútil.

¿Cuándo ha sido que hemos entrado en los dominios del arte?"
.     

Makoto, decía, vuelve sobre sus foros y profundiza en su propio estilo: explota ese montaje centrífugo, y añade planos con objetos desenfocados, personajes fuera de encuadre, perezosos barridos de cámara, imágenes superpuestas en un mismo plano... Todo en pos de un nuevo lenguaje que se acomode mejor a lo que quiere contar, más personal, más lírico, más íntimo... Viendo The garden of words tengo la impresión de que el director ha adoptado en buena medida las maneras del cine de imagen real, que ha sacado partido de las posibilidades de la animación para conseguir un efecto más realista, que es justo lo contrario de lo que busca el medio: ampliar los márgenes del medio haciendo aquellas cosas que sólo se pueden hacer en la animación. Algo me ha hecho pensar en Satoshi Kon.

La historia en sí es un romance condenado al fracaso, a la no consumación, como todas las historias de Shinkai. Los primeros veinte minutos están bastante bien llevados. No decaen y mantienen el interés, pero a medida que la historia pone sus cartas sobre la mesa nos hace temer por una resolución instisfactoria, prácticamente igual a la vista en anteriores trabajos. No obstante estamos ante una cinta muy disfrutable, una delicia animada. Aquellos que disfrutaron (como yo) con los primeros trabajos de Shinkai, lo harán de nuevo por descontado; pueden que incluso lleguen a reencontrarse con una parte de sí mismos que ya tenían olvidada.




Berserk: the golden age arc
Confieso que los primeros trailers de Bersek no me sedujeron demasiado. No soy un gran fan de la animación CGI, y en las pocas secuencias que vi daban bastante el cante. La técnica de combinar animación por ordenador con texturas planas para obtener la apariencia de animación tradicional (cell animation) lleva ya un tiempo entre nosotros. Si Appleseed no fue la pionera en estos temas poco le faltó. Sea como fuere, le di una oportunidad al bueno de Guts, y doy gracias por haberlo hecho.

Aunque sigo manteniendo mis reservas respecto al uso del GCI, reconozco que, en general, han sido lo suficientemente cuidadosos como para evitar la estridencia. Las animaciones generadas por ordenador se reducen en su mayoría a las escenas de lucha, generalmente planos abiertos, panorámicas, y a veces en otros poco iluminados, con la idea de camuflar un poco las carencia: movimientos acartonados y poco acompasados, expresiones faciales, las manos, el pelo... También se llega a combinar ambos estilos de animación: cuerpos generados por ordenador con rostros dibujados a mano. El resultado en conjunto es más que aceptable, incluso espectacular a veces.

Sobre las películas en sí, destaca la capacidad de síntesis de los guionistas para condensar los hechos más destacables y decisivos del manga (concretamente de los tomos 4 al 13), sin que la historia ni los personajes pierdan ni un ápice de su identidad. Es más, en ocasiones, la versión animada sale ganando, al ser más directa y dinámica, más entretenida. The egg of the king, es la primera entrega. Se deja ver bastante bien y es entretenida, sin más. La segunda, The battle of Doldrey, continúa la historia en tono ascendente, las batallas son más grandes, más épicas, más sangrientas. Amplia y enriquece la trama. Estudia con más detalle la relación entre los personajes, define con eficacia sus respectivas personalidades, motivaciones, miedos... Hasta lograr la empatía, que al fin y al cabo de eso se trata. Por último, sienta las bases para el capítulo final: Descent. Ha sido esta última película la responsable de que haya decidido atreverme con el manga -37 tomos y contando-. Me ha sorprendido e impactado como ningún anime lo hacía en años. Puede que Descent no sea el anime más violento que he visto, pero desde luego se queda cerca, en dura pugna con Violent Jack, Apocalypse Zero, Elfen Lied, Riki Oh o la mismísima Urotsukidoji.

Todo la parte del eclipse es memorable en muchos sentidos, un momento de terror y de mal rollo difícil de olvidar. Porque si hay algo que queda después de ver Descent, a diferencia del resto de los animes citados, es mal cuerpo. Mientras los primeros no dejan de ser (exceptuando tal vez Elfen lied) espectáculos guiñolescos que uno no puede tomarse demasiado en serio, la película que cierra la trilogía late con intensidad, sinceridad y toneladas de dolor. Nada de lo que vemos durante el eclipse parece gratuito ni destinado necesariamente a disgustar al espectador por el mero placer de hacerlo. Todo resulta lógico y coherente. Después de asistir a la trágica e impactante destrucción -física y espiritual- del personaje de Griffith y de todo lo que representa -para la historia, para Guts y el resto de mercenarios-, lo que sigue a continuación es una consecuencia casi lógica. Lo que espanta no es la violencia y el pasisaje de demonios caníbales que sigue, sino la sinceridad con que se ejecuta todo. La violencia ejercida y dolor causado es real, tremendamente humano, de una perversidad aterradora. Por momentos, uno imagina estar viendo una película de Haneke. La resurrección de Griffith y su ascenso y coronación es uno de los momentos más impactantes que recuerdo. Solo por llegar a Descent merece la pena pasar por el resto de la trilogía antes.

Difícil de olvidar.