martes, 16 de diciembre de 2008

NOSTALGIA

¿Qué es Nostalgia?

Prousst tenía su ma(g)dalena y nosotros la caja tonta. Pertenezco a una generación que creció pegada al televisor. El Amiga encarnaba la apoteosis del ocio electrónico (aunque la mayoría de los mortales se tenían que conformar con el MSX o el Spectrum; yo, con ninguno de los dos) y, entrados en la transición, la caja tonta nos devoraba los sesos con algunos de los mejores programas infantiles, si no los mejores, que haya dado este istmo ibérico: La bola de cristal y Planeta Imaginario. Hubo más, pero siento un muy afecto especial por estos dos, especialmente por el segundo, que me marcó con una miríada de imágenes que no me han abandonado desde entonces. Creo que esta generación que, para bien o para mal, creció con los ochenta, es la generación televisiva por excelencia. Nuestros recuerdos más tempranos, la basta videoteca de Babel de nuestra memoria visual más emotiva y visceral, está sembrada de momentos salidos de la pantalla, que fue sin duda nuestra gran amiga (en minúscula). A menudo me he encontrado a mí mismo intentando descifrar una imagen, una nota, una secuencia, un rostro, un fotograma, una melodía, una frase… que sacudían mi mente como un latigazo súbito, atenazándome el gaznate con un nudo doble que me cortaba la respiración. Para mí era evidente que aquellos fragmentos estaban ligados a mi infancia y, a la luz de la falsa pero hermosa, hermosísima premisa de que la infancia de todo hombre es, fue, una época feliz, me afanaba sin éxito en contextualizar ese recuerdo concreto, consciente de que sería un puente directo hacia una época muy dichosa. Era, en definitiva, una forma de recuperar una parte perdida de mi persona, de capturar la emoción exacta que brotó de mí en aquel preciso instante, para deleitarme de nuevo con ella en la alegría o el dolor; de reencontrarme con aquel que fui, con aquel mundo, y con todas las personas que lo poblaban y que ya no están a mi lado.

La tragedia de la cultura, dicen, es que hay demasiada información. El malentendido mito, casi leyenda urbana, de “El-hombre-renacentista”, aquel que sabe ciencias y de letras, que pinta, esculpe, eructa y compone, que lo mismo se va a la guerra a cortar cabezas que se queda en casa haciendo calceta mientras les recita a sus nietos a Milton de memoria; que igual traduce las obras completas del ilustre Valmiki, que descubre la vacuna contra el cáncer mientras glosa los manuscritos de Schleiermacher con un lápiz apretado entre los dedos de su pie izquierdo; vamos, el hombre, gigantesco, vastísimo, que aglutina en sí todos los conocimientos de su época, no existe, simplemente porque no es posible. La cantidad de información, de textos, de literatura, de documentos, es tal, que convertirse una eminencia en una sola disciplina, en una de las infinitas ramificaciones de las infinitamente ramificadas ramas de los saberes profanos y divinos, científicos y humanísticos, requiere toda una vida consagrada a la lectura (y sin subrayar ni tomar notas, que para eso hace falta otra más). Esta afirmación estaba ya más que consolidada antes de la llegada de internet, así que, una vez que el poderoso “mar de la información” (como la califica Kusanagi en la hermosa secuencia final de Ghost in the Shell ; “La red es vasta e infinita”, dice) se ha aposentado sobre nuestras cabezas y nos ha calado hasta los tuétanos, vamos todos de culo, cuesta abajo y sin frenos. Lo malo de la red es que hay demasiado, demasiado de todo. Es fácil hacer acopio de material audiovisual. Por la parte que nos toca: series, películas, Ova´s, cortometrajes… el problema ha dejado de ser el “dónde”, el “cómo”, o el “a qué precio” encontrar el material que tanto ansiamos, que llevamos años persiguiendo, que nos desvela… Para convertirse en el “cuándo” y “de dónde”. Cuándo veo las incontables horas de metraje que se reposan comprimidas en pilas y más pilas de Dvd´s quemados y re(s)quemados, y de dónde saco el tiempo para arrellanarme en el sofá, el sillón o la cama y verlo con la menor cantidad de interrupciones posibles. Lo bueno de la red tiene que ver de forma directa con el propósito de esta nueva sección. La gente vuelve a la vista atrás y está deseosa de recuperar su porción de infancia perdida. En la parte que nos concierne, la audiovisual, el resultado está siendo más que satisfactorio, está siendo glorioso, triunfal, apoteósico. Gracias a la red me he reencontrado, a veces por casualidad, otras fruto de una intensa y agotadora labor de búsqueda, con la mayoría de esos latigazos, esos fragmentos desprendidos de recuerdos visuales, todos ellos animados, de animación, de dibujos animados, que me asaltaban cíclicamente. Digamos que la parte me ha llevado al todo. He recuperado buena parte de ellos, aunque aún me quedan algunos (y otros de los que no seré consciente hasta que me reencuentre con ellos por azar). Así que soy feliz por un doble motivo, por lo que recupero y porque, cuando me viene alguien y me dice que si me acuerdo de unos “dibujos” que vio una vez por la tele en los que pasaba tal y cual y luego… y entonces yo completo la frase, veo cómo se le iluminan los ojos (señal de mi acierto), un escalofrío me recorre la espalda y me eriza el vello, y a continuación le digo el título de la serie o película, la nacionalidad e incluso, si se pone tonto y me acuerdo, el año (y si no me acuerdo me lo invento), y el otro se ríe, y me dice que vaya friki que soy y que a ver si le paso la peli o la serie en cuestión (porque también hay que presumir de que uno la tiene, y de que la ha visto, y que le va a dedicar una entrada en el blog… Desvarío…

Nostalgia es una sección dedicada a comentar estos títulos con los que me he ido reencontrando y que seguramente serán familiares para la mayoría de la gente. También me gustaría usarla como escaparate para que otras personas pudieran recuperar esos fragmentos perdidos que andan buscando, incluso para aquellos que no lo saben. No hablaré necesariamente de la obra al completo, una entrada al uso como las que vengo haciendo. Me centraré más bien en ese jirón que pendía en algún rincón de mi memoria y luego, partiendo de él, tal vez, coger aguja y dedal y recomponer el resto del traje. La primera entrega de Nostalgia será en breve, antes de que expire el año. Empezaremos por todo lo alto: Taiyo no oji: Horusu no daiboken.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Basta videoteca de babel".

El sofá estará muy hundido de ver muchas películas pero tus posaderas no se resienten de consultar diccionarios.

¡Oh basto bardo erudito que de vasta erudición estás mermado!

Elchinodepelocrespo dijo...

Touché!!