Takashi Nakamura (no confundir con Kenji Nakamura) es un veterano animador que comenzó su carrera en la década de los setenta. Desde entonces, ha contribuido en un número de títulos notables, algunos míticos, otros de culto: Mysterious cities of Gold, Nausica, Bobby´s girl, Manie manie monogatari, Akira, The dagger of kamui... A finales de los ochenta dio el salto a la dirección en la serie Peter Pan. A mediados de los noventa escribe sus primer guión para Catnapped!, también dirigida por él.
Catnapped! es una cinta de corte fantástico dirigida al público infantil/juvenil, muy en la línea de otras producciones como Haru en el reino de los gatos, Yona Yona Penguin o Elmer no bouken, por citar algunas... En la línea Ghibli, se podría decir. Con todo, merece bastante la pena.
De los cinco títulos dirigidos por Nakamura hasta la fecha, destacaría tres. El primero es el segmento que dirigió para la archiconocida Robot Carnival. Se titula Nightmare y a menudo ha sido comparado con el tramo final de Fantasía o La leyenda de Sleepy Hollow. Nightmare es mi segmento favorito del lote junto con Presence. Narra cómo una fantasmagórica legión de robots invade una gran ciudad. Está repleto de imágenes en las que confluyen el terror y la ciencia ficción. De hecho, me atrevería a decir que es una historia cyberpunk.
El segundo título de Nakamura es la extraña A tree of palme. El largometraje consigue transmitir una sensación de tristeza indolente y de extrañamiento. Ante todo, estamos ante la creación de un estado de ánimo, como en la mencionada Nightmare. Se trata de una suerte de versión apocalíptica de Pinocho. La trama no es demasiado coherente, y el final un tanto críptico (o impreciso o vago). Eso no nos impide disfrutar de los diseños de producción, de los paisajes y de su hermosa banda sonora. Una pieza rara, pero no carente de interés.
El tercer y último título da nombre a esta entrada. Fantastic Children es su proyecto más ambicioso hasta la fecha. Una serie de 26 capítulos dirigida y escrita por Nakamura. Sin abandonar los derroteros de la fantasía y la ciencia ficción, el autor presenta una historia de una gran complejidad, llena de ideas interesantes y con un abanico de personajes nada desdeñable.
Diremos, para empezar, que el planteamiento a un nivel más básico, como ya se ha señalado en más de un lugar, bebe directamente de El pueblo de los malditos: la historia gira en torno a un grupo de niños albinos con extraños poderes. Y hasta aquí las coincidencias.
Se aprecian dos arcos bien diferenciados. El primero abarca los trece primeros episodios y se desarrolla como una trama de misterio, en la que las incógnitas giran alrededor de la verdadera naturaleza de los albinos, los "niños de Belfort", como se les conoce, y sobre el propósito de sus acciones. Se busca ante todo mantener la intriga hasta el final abriendo subtramas y sembrando no pocas interrogantes. Hay, por descontado, científicos, una periodista, un detective, un héroe adolescente y un par de huérfanos. La historia se hace cada vez más grande y avanza sin prisas pero con paso seguro. Transmite la sensación de que estamos en buenas manos y de que al final todas las preguntas tendrán su respuesta. No faltan los momentos dramáticos, el intimismo y una cierta languidez, pero el guión nunca se deja llevar y se mantiene firme. Brillan los recursos típicos del género: sucesos de difícil explicación, personajes misteriosos, viejos diarios de notas con información, fotografías reveladoras, conspiraciones de poder...
El arco culmina con una revelación. Por fin sabemos quiénes son los niños de Belfort, de dónde vienen y qué buscan. A partir de aquí la serie vira descaradamente hacia la ciencia ficción. Hay también en grandes dosis aventura, drama y épica.
A medida que esta segunda parte avanza a ritmo vertiginoso, empezamos a captar el verdadero tamaño y complejidad del cuadro. Puede haber algunos reparos: hay recursos narrativos un tanto tramposos y aspectos que no terminan de encajar; se puede también objetar que la mayoría de los personajes no están bien delineados psicológicamente y que no es fácil empatizar con ellos. A pesar de lo dicho, al final del camino nos espera un desenlace coherente y espectacular. Es justo en ese momento cuando resulta más obvio que lo que nos han contado no es otra cosa que una amarga y hermosa historia de amor.
Tal vez el diseño de personajes y la animación pueda repeler a más de uno. A pesar de pertenecer a la década pasada, Fantastic children muestra un aspecto ciertamente anacrónico. Pero, al igual que ocurre con Now and then, here and there, si el espectador es capaz de sobreponerse a sus propios prejuicios, se encontrará con una serie que raya a un nivel bastante alto. Una historia con puntas de emoción y emotividad, muy bien contada; eso no me parece poco.
2 comentarios:
Es un buen anime, me gusto, y al parecer a los del Canal 22 de Mexico tambien los convencio.
Concuerdo en todo contigo, y para acabar pronto, como tu dices: es una emotiva y triste historia de amor.
Me alegro de que te guste, es una serie que habría que dar a conocer más, merece mucho la pena.
Publicar un comentario