Las malas noticias tienen alas: Satoshi Kon ha fallecido a la temprana edad de 46 años, dejando a medio camino un horizonte de promesas que ya no podrá cumplir.
Cuando alguien abandona este mundo nos deja el consuelo escaso de sus recuerdos mas vívidos: la filigrana de su sonrisa, sus párpados caídos los días de tristeza, su voz arrancada por la furia y también sus susurros más cálidos; su mirada perdida, el lenguaje inavertido de su cuerpo, su cariño, todo su odio y sus ausencias; en suma, permanece ese espacio singular que esa misma persona había construido en torno a sí mismo a lo largo de su vida y que la definía como individuo inconfundible y con frecuencia incomprensible, y que a menudo, al volver la vista y el recuerdo, nos hace pensar y desear que debiera haber resistido un poquito más entre nosotros; habernos pervivido, tal vez.
Imagino que hoy hay un puñado de personas atravesadas por el dolor y las lágrimas que se resisten a desalojar el espacio que Kon creó a lo largo de su demasiado breve pero meteórica carrera (la vida es una carrera contra la muerte, ¿no es así?). Tengo la certeza de que, esparcidos por el globo, hoy se cuentan por miles los que nunca llegaron a frecuentar ese mismo espacio y que a pesar de ello lo echarán en falta a partir de ahora. Aquellos que descubrieron con sorpresa y emoción su debut cinematográfico y que desde entonces no hemos dejado de esperar, impacientes, ilusionados, sus obras, una tras otra, a lo largo de los años. No recordaremos nosotros cada uno de los gestos de este genio malogrado, sino cada una de sus películas. Nos queda ahora rememorar aquellas secuencias, aquellos fotogramas, aquellos personajes que por algún motivo u otro nos llenaron de felicidad y de ilusión en algún momento de nuestra existencia. Un artista que nos comprende sin conocernos es un amigo en la distancia para toda la vida, a pesar de que jamás le lleguen nuestros agradecimientos, nuestras alabanzas ni tampoco nuestras decepciones y desencuentros. Mientras estuvo entre nosotros, Satoshi Kon contribuyó a hacer nuestras vidas un poco mejores. La capacidad de hacer feliz a un grupo tan extenso y dispar de personas es algo que sólo está al alcance de unos pocos; ¿qué más puedo decir?
May 18 of this year, an unforgettable day.
Reproduzco algunos fragmentos del ultimo mensaje que apareció en su web tras su deceso. Se trata de una traducción al inglés que he preferido no tocar porque se entiende bastante bien. Es un mensaje sencillo y emotivo titulado "Despedida":
May 18 of this year, an unforgettable day.
My wife and I received the following prognosis from a cardiologist at the Musashino Red Cross Hospital:(...)
"The pancreatic cancer is terminal and has metastasized to the bone. You have at most a half year left."
When I conveyed my concerns for Yume-Miru Kikai (el largometraje en el que Kon estaba trabajando) to Mr. Maruyama, he said, "It's fine. Don't worry, we'll do whatever it takes."He concluded his message with the following:
I cried.
I cried aloud.
With feelings of gratitude for all that is good in this world, I put down my pen.
Well, I'll be leaving now.
Satoshi Kon
Se marcha Kon, nos deja huérfanos y empobrecido al universo.
Hasta la vista, amigo en la distancia.
En Animaholic.
2 comentarios:
Te felicito por tu blog, es enorme, demasiado incluso para alguien que ama la animación como yo.
Lo leo desde hace algunos años, de forma irregular eso sí, pero siempre me resulta una guía muy útil para ver qué debería ver y que puede esperar.
Un saludo, y lamento profundamente que Satoshi Kon nos haya dejado con ganas de más de lo suyo.
Hola Agustin, me alegro de que estos retazos que me cuestan cada vez mas trabajo sacar adelante sean de utilidad para alguien. Es un buen motivo para seguir escribiendo.
Ya lo he leido en mas de un lugar: Kon es irremplazable. Y no se trata de una frase hecha: nadie entendia el anime como el, era un autor demasido peculiar. Nos quedamos con ganas de mas.
Un saludo a ti tambien.
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